jueves, abril 30, 2009

Roberto Cruz Arzábal/Tres poemas

Contraterapia

no depender del sol para atraer la brisa
no ceder al carcinoma amado, llamarlo a voces/ nombrar los bordes del dolor como se llama a la mesa al huésped distinguido/
al compañero de las noches frente al televisor con aburridos programas de revista
como esperando los felices minutos de la erección espontánea
asirse al clavo ardiendo
.......................................sentir su piel tersa
.......................................tensarse hasta la luz
hasta la incandescencia silenciosa



El luchador

En tu rostro la masa busca su identidad herrumbrosa
el rostro que dé forma a lo visible
el aullido calcinado que acompañe
la suma de los riffs que hieren la bocina
..................... /una bocina/ (-.-)
cualquiera
la que sea que se encuentre en las orillas
de los bares
las que anuncian y cantan y ensalivan
el ardor de los cuerpos en el baile
los beats repetitivos, las falsas baterías, los acordes programados

que congregue la soledad
de los baños
el húmedo calor del mingitorio
el sonido dulce de la micción que cadenciosa moja
los zapatos/ la animosa grieta que
profunda se ofrece al fondo de las olas
...............» el mar es un sol enrarecido
...............una costumbre escandalosa
...............un aliento de peces
...............una caligrafía ensayada en el subsuelo «



Luz II


El cuarto iluminado,
desde su ventanal oblicuo
donde la luz que brilla
rompe la transparencia raptada por el vidrio
y la marcha grasienta de las huellas digitales,
el cuarto blanco iluminado
—donde las sombras son ausencia de todos los espacios
recorrido por la vista de
izquierda al centro
hacia abajo
en la esquina donde los adornos permanecen olvidados
como si de retóricas vacías se tratara
a la derecha el vaho
el espacio en blanco sobre el lienzo blanco que no es más espacio puro sino materia dispuesta para los trazos de la invisible línea de Rothko
—el prestigioso blanco elaborado por la vista

Roberto Cruz Arzabal (México, 1982). Poeta y crítico literario. Licenciado en letras hispánicas por la UNAM, cursa la maestría en Letras en la misma universidad. Primer lugar del concurso de la Revista Punto de Partida, 2007. Ha publicado en revistas como Viento en Vela, Arca y Periódico de Poesía; ha sido incluido en diversas antologías. Habita, aunque no con frecuencia, "La casa del Cíclope" [www.alamoenllamas.blogspot.com]

martes, abril 28, 2009

Eliud Delgado/Dos poemas

Huracán

I think you’re crazy, may be
I think you’re crazy, may be…

Motion Picture Soundtrack-
Radiohead

Sólo su respiración y nada más:
no hay sonido más propio
mientras su mente se atormenta
con nubes de color casi ajeno:
inhala, exhala: el silbido del ojo
de un huracán categoría cinco:
falsa calma, pausa medular
en la furia húmeda entre párpados
precipitada: de maquillaje la marea
negra es en sus mejillas anegadora
cuando continúa la tempestad:
destructiva en su garganta vibra
la certeza del trueno, los dientes
aprieta para contenerla: en sus ojos
relampaguea una revancha
contra un sólo hombre:


él, que le ofreció perlas de lluvia
traídas de países desérticos:
en algunas escribió de canciones
insulsas la letra, en una más los alfabetos
amontonó cuantos hay para el Universo
en una canica colocar bajo su escalera,
en otras proyectó películas: una biográfica
donde su poeta favorita al final se suicida,
y una quimérica de la vida que compartirían:
él, que perla a perla fue a las sirenas
despertando sin saber que le cantaban
a ella la locura: él, jurando comprenderla
y poder a sus venenos dar cordura,
calentó las aguas, agitó los vientos:
en vez de soledad le dio más perlas:
más nubes, más lluvia, más viento,
que cuando en restaurantes polvorientos
sólo restan ostras vacías ya no es brisa
recíproca, sino vendaval que alimenta
la tormenta donde ella se ahoga.


Coffe & TV

Cf. Blur (Albarn, Coxon, et al), 13, 1999.


Dime que tú también has visto mucha tele,
que igual que yo sientes que te estas quedando ciega
y que tus neuronas están virtualmente muertas.


Dime que tú tampoco quieres enfrentar los abismos,
que prefieres pasar un domingo viendo tele
y llevarme mi taza de café a la cama


mientras abandonamos nuestras mentes
a la suerte de los rayos catódicos.

Eliud Delgado (Ciudad de México, 1984) es miembro del colectivo poético Devrayativa. Durante 2006 se desempeñó como traductor y periodista del periódico Excélsior. Actualmente cursa la Licenciatura en Letras Modernas Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras, donde ha sido publicado en Metate. Poemas suyos aparecen en Paraiso en llamas (Literal, 2008). Estos poemas aparecieron en Punto en Línea no. 6. Y disculpa, Eliud, que no respetara el formato de "Huracán"; era muy complicado.

viernes, abril 24, 2009

Juan Carlos Cabrera Pons/Dos poemas

La gaviota
(Rådhuspladsen)

Como una cabra alada la gaviota desentierra Copenhague
hunde el cuello entre sus brazos de ceniza
se relíe
y todo si no es blanco lo devora.
¿La has visto al amanecer?
¿mareada? ¿la gaviota?
¿mareada desde el alba
en su labor insólita de oleaje?
la corteza del pan no la perdona
y las manchas soñolientas de tu rostro
bajo sus viejas alas blancas las esconde.
Mareada dando vueltas como ciega
—más que ciega la gaviota
todo lo que no es blanco lo devora
y todo si no es blanco contradice.

Y Copenhague
la blanca
la blanca blanquísima Copenhague
el colmo de la nieve
desde una interior fuente se descubre
rompiendo los cimientos del planeta
elevándose en el aire
jalada en las alturas por gaviotas.
Desnuda se relíe
bosteza y se levanta.
El sol de molestarla se enrojece
y toda blanca de boda es Copenhague.

Entonces lo sabíamos
no se puede extrañar en Copenhague
no
ni morirse
que la ausencia que se cae como una roca
sobre sus viejas torres blancas se estremece
y el tiempo que se baila en tus arrugas lo devora
y todo si no es suyo contradice
y no
no se puede morir.
—¿La has visto? ¿la muerte?
¿desnuda como un muerto
en su labor insólita de río?
Es una encrucijada como ausente
y no
no se puede morir.

Toda blanca de boda es Copenhague
y todos expectantes blanquecinos
no despiertan al discurso pajaresco de la muerte
ni a las plumas de aquel pájaro inefable.


Johanna

Recordar cuando sólo me mirabas
antes
aún antes de tu ombligo.

Enramada entre tus dedos
con tus manos tan temblando de temblores
y tus ojos tan temiendo de temor
mucho antes del contacto con tu ombligo
cuando sólo me llamabas
con tu voz incomprensible acariciando
mi nombre impronunciable
aún antes del primer contacto
recordarlo todo
desde el instante de mis manos en tu ombligo
hasta volverte a preguntar si ya eras mía
hasta el último temblor de ti
es tan sólo un recuerdo
girasol.

Y recordar cuando sólo
me mirabas
es tan sólo un recuerdo.

Juan Carlos Cabrera Pons (Sán Cristobal de las Casas, 1986). Ha realizado estudios en San Cristóbal de las Casas, así como en Tuxtla Gutiérrez y en Fredericia, Dinamarca. Ha asistido a diversos talleres de creación literaria y realizado lecturas de su obra en Chiapas y la Ciudad de México, donde radica desde hace tres años. Obtuvo el Premio de Poesía Mérida 2008 por su poemario 4 piezas danesas. Actualmente cursa la licenciatura en Literatura y Ciencias del Lenguaje en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Aquí su blog.

Estos poemas aparecieron en Punto de Partida, no. 149. Si pueden revisen el número completo; contiene un muy buen dossier de poesía joven chiapaneca hecho por el buen Balam Rodrigo. Y de paso busquen libros de Balam, es muy bueno.

sábado, abril 18, 2009

Santiago Márquez/La creación

La creación

*fragmento

Jehodeo ató a una lechuza con las patas en el pico de otra, las patas de esta segunda en el pico de la primera. La conmoción de los bichos, condenados a estar juntos, hermanos y enemigos, amigos y desconocidos, fue el único actor efectivo que dio lugar al primer existente. Contento con su hallazgo, siguió atando lechuzas pico con patas y patas con pico. Cada vez que nace algo en algún mundo, está Jehodeo, atrás de su espejo, la puerta de la existencia, atando lechuzas.

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A los veinte años Corvo se exilió en un cerro de unos cincuenta metros de altura. Estaba obligado por la historia a inventar una disciplina en base a la cópula entre la danza y la semiótica. Miró al sol al ojo, le explico, de él recibía sus propias y personalísimas opiniones. El sol habló con una voz musical, en once compases, aproximadamente.

-Quedate ahí hasta los treinta y tres, está buenísima la montaña.

Corvo sacudió su cabellera al sonido de unos acordes como tónica, novena bemol y tercera menor, en tuba y una octava más arriba en violín, también arpegiados, se pegó en el pecho como percusión para esa música de esferas resbaladizas, poniendo cara de león alado, y se sentó en una piedra, a esperar trece años. No fue en vano, una cucaracha le reveló. Era inmortal, esto mientras esperaba. Habiéndose enterado de esto, no tenía mucho sentido el haber estado trece añitos en un cerro, solo porque el sol dijo “montaña”, pero había ido con una… Misión, entonces esperó a inventar la danza semiótica para abandonar la montaña.

Cuando descubrió la danza semiótica, fue un milagro, Corvo en ese instante cumplió treinta y tres años. Y rodó montaña abajo empujado por un cascarudo de ilusión, en realidad el primo de su cucaracha profética, lo empujaba y Corvo rodaba por la cuesta, porque había engordado mucho en el cerro, tanto, sus orejas habían subido de lugar y parecía un oso. Cuando Corvo hubo quedado a la bartola, cuando el cascarudo se fue, apuradísimo a lo alto, para hacerse una tirada de tarot egipcio con su prima, rodando… rodando Corvo recorrió gran parte del camino, hasta golpear a su profesor de Estética y Semiótica de la imagen en una universidad ya distante en su memoria. Fue como una bola pegándole a un único bolo, pero con sangre e insultos. El profesor le dijo padre de los piojos a Corvo, mientras lo golpeaba con un paraguas agujereado, cuya tela estaba estampada con nombres de famosos exegetas. En ese momento Corvo comenzó lo quedamos en llamar la Primera Danza Ritual.

Primera danza ritual, invención de la danza semiótica, gestos:

*abrir y cerrar un libro (representa los libros)

*bailar (representa la danza y al bailarín)

*palmas de las manos juntas y ojos mirando al cielo (la meditación)

*cruce de piernas con los pies sobresaliendo por arriba (el budismo)

*simulacro de orgasmo femenino (el nirvana)

*gesto de nadar (el Tao)

*golpes con las palmas de las manos en los cachetes, silbidos y pedos con la boca, una mano agarra fuerte a la otra, el gancho (la unidad, y la fraternidad entre todos los miembros del género humano sin excepciones)

Cuando terminó la danza, estaban los dos sentados frente a frente, con las manos en las rodillas y la espalda recta, mirándose con ojos y semblante inocentes. El profesor intervino primero, desde una dinámica discursiva que confirmaba su reputación intachable.

-¿Seguís bailando, maricón?

A lo que Corvo, parecido a un oso, contrario al profesor, parecido a un pájaro, respondió telepáticamente, iba a ser profesor de danza semiótica, el primero y el último, le explicó detalladamente, también en forma telepática, el método y los objetivos de tal disciplina. Cuando el profesor balbuceó espantado para comenzar a argüir que para la danza semiótica no estaba preparado el hombre, Corvo le confesó telepáticamente que amaba a los hombres, era inmortal y se sentía muy solo por eso. Que el único modo de ser estimado era inventar un método preciso de salvación, aunque fuera falso, inaccesible e intransferible. Por lo tanto fundaría la Escuela de Danza Semiótica, explicó telepáticamente, en el mismo tono. Él, el profesor, podía si quería ser un esbirro, un alumno, o encarnar a una divinidad muda en las obras de las fiestas de fin de año. El profesor lo miró con pena, como se mira a un hijo antes de embarcarse el crío obstinado y terco con su flotador en una piscina olímpica climatizada. El gesto de asco en la cara del profesor hizo que Corvo comprendiera. No, no, no, no, no… ÉL…, él se confrontaría con algún dios, ciego, sordo, mudo, aquel de donde se saca la historia, estando a sus pies nos excitamos, éste a su vez le presentaría a algún otro dios, lo haría esperar unos años, llegaría a conversar con las cucarachas… quienes le revelarían su inmortalidad, y la inmortalidad nos da tiempo para inventar cosas maravillosas, como una disciplina basada en dos polos-pilares simétricos y de igual importancia: la estética y un sueño donde los dioses juegan a los dados, para por fin poder crear un mundo, Ellos se esforzarán inmensamente por despertar Ése Mundo.

Corvo se calzó la capucha, posó una mirada indulgente y aguda en el entrecejo del profesor, miró al cielo, como pidiendo inspiración, y al final dijo, como cantado con las siguientes notas, sol, do, re, si, do, la, si, la:

Cada loco con su tema…

Acto seguido, cerró los ojos y se desvaneció.

SANTIAGO MÁRQUEZ (Uruguay, 1986) desea ser cocinero. Escribió El jardín Cercado, que pasó a integrar con la generación inmortal, Corvo y corpo y el último jardín, un libro que se llama Leprosario. Ahora trabaja en Dodo, que parece que va a correr la suerte de terminar siendo la introducción de todo lo anterior. Todo esto está inédito. Estudia letras en humanidades, con poco sentido del tiempo institucional. Leyó poesía en bares antes de que tocaran bandas de amigos. Tocó en Churrascot, Walter Ego, y la Casa sin Fotos. Como artista plástico el único contacto que tuvo con el público fue una muestra en el mincho bar, en el año 2007. Publicó las revistas de bajo presupuesto Sismo, Gol y varias que no salieron nunca, como Tengo Captor y Altalcurnia. Empieza a escribir en una clínica siquiátrica y así también su primer libro, cuatro años después en su cuarta internación.

Texto cedido por Yaxkin Melchy

lunes, abril 13, 2009

Invitación y cinco poetas

Antes que nada los invito a la tercera edición de ECOS en la Casa del Lago Juan José Arreola. Ocasión especial es esta, pues marca una continuidad: son ya casi tres años de trabajo delcolectivo Devrayativa, y tres ediciones de estas lecturas. Espero verlos a todos ahí.
(Nota al 15 de abril: Hice una reseña en mi blog, pasen a verla.)


Ya dado el aviso, pasemos al post como tal.
Ante la ausencia vacacional me pareció pertinente un post algo largo. Sin embargo me pareció también pertinente, partiendo de los comentarios de Eliud en una entrada anterior, proponer un ejercicio.

Este blog lleva casi tres años publicando poemas de gente joven. Con el tiempo esto ha parecido no ser suficiente. Nuestro margen ha sido, con excepciones, el de la década de los ochentas y seguirá siendo así algún tiempo, supongo. El asunto es que muchos de los nacidos a principios de los ochentas ya son voces, si no probadas, sí encaminadas. Por eso Eliud marcó en su comentario que el poema de Ramírez Vuelvas que prefería leer cosas inéditas de desconocidos. Ciertamente, en buena medida ese ha sido el chiste del blog. Por eso hoy propongo un ejercicio con los que ya sabemos que ahí están y con poemas que tal vez ya leímos: hagamos de cuenta que eso no pasó, sólo leamos y critiquemos. Los dejo con los textos.

Iván Cruz Osorio/Servando Teresa de Mier

Señor nuestro, dueño del mar, la tierra y las tempestades,
hablemos en voz baja de esta nave
que sostiene nuestro grito y nuestra espera,
de este océano
intensamente rojo que nos impide el paso,
de los hombres
que llevamos las consignas secas en la boca
y el desamor en los labios.


Vamos a hablar de los días de Santo Tomás Quetzalcoatl
predicando la fe
antes de la llegada de los misioneros,
vamos a hablar de la virgen madre Tonantzin
y del cristianismo que no trajeron los españoles.
Vamos a hablar del miedo,
de la angustia que ciega nuestros corazones,
de esta angosta corriente que nos lleva
a Escila y a Caribdis,
que atraen a los navíos a sus rocas
y dan muerte a los navegantes,
vamos a hablar de la misericordia,
de la piedad que hoy invoco
para estos marinos,
y para los tantos millones de hombres
que no hablamos inglés.


Señor nuestro, dueño de todo bajo el sol,
concédenos ruta a favor del viento,
sopla auras propicias
para estos hombres que hablan el lenguaje de las ruinas.


Inti García Santamaría/Las buganvilias

Frases que dijiste en un jardín botánico.

Palabras para nombrar un cactus.
Palabras para nombrar un camaleón.

Palabras para bautizar plantas con la palabra “abuelito”.

Palabras dentro de una catedral.
Palabras de tus dedos sobre mi frente.

Un núcleo duro en medio de una canción.

Frases que aparecen otra vez en mi teléfono celular.
Palabras para decir más palabras.

Un núcleo dorado.

Palabras que nombran los nuevos sabores de la nieve.
Palabras aquí.

Allá pétalos para hacer papel.

Palabras como dibujos sobre madera.
Destellos de lonas rosas al final de la calle.

Un callejón tapizado de pétalos.

Palabras de madrugada que regresan de día.
Destellos de vetas.

Un núcleo.

Palabras para describir una semilla.
Destellos de números para decir más palabras.

Un resplandor de frío en las luces de la ciudad.

Palabras para conocer un caballo de madera.
Palabras para leer.

Un resplandor de frío.

Una noche que termina,
más o menos, termina.

Una noche regresa
como un halcón
al brillo de unos ojos.

Palabras para describir las cintas sobre un cuerpo.

Un halcón de electricidad.

Un circuito de frases para proteger tu nombre.
Un circuito de números.


Daniel Saldaña/Detenido...

Detenido,
el caracol vigila inmensidades.

La tibia desnudez de los magueyes
sostiene su peso
como una mano sabia y precavida,
acostumbrada a la paciencia.

El caracol sabe
que las altas dimensiones de los cactus
tienen la medida exacta
de su amor por los detalles.

El caracol se arrastra.

Tímido, reservado,
intuye que la risa de los vencejos
habrá de serle siempre ajena:

su reino está fundado en el fulgor prudente.



Xitlálitl Rodríguez/Sirvo...

Sirvo mis ojos al espejo
que ventila una habitación sin muebles
para nombrar este hueco de ciudad
desde mi cuerpo de palabra no dicha.

No hay nada al alcance de un tropiezo
o de un descanso matinal que me sostenga la memoria del sueño.
La luz ya no es luz
es un rastro de cortina
enredado en la madeja de mis pasos.

El suelo es blando, las puertas se fueron en desbandada.
En esta casa vivo como lluvia en barco de papel.

Y sin embargo, ando a tientas
porque cada noche me asomo al espejo
y lo escucho repleto de rostros usados,
del contorno del verano sobre el follaje de la cama,
de las hojas, del cabello furioso, de estos ojos que sin querer lo habitan.


Raquel Barragán/Tres poemas

Callo soles, días y plantas viejas
que sonríen extinciones inminentes
No te muevas del lindero antiguo
de ahí vendrá la respuesta

*

El agua desgajada que nunca será vapor
Nunca lluvia
Ni gotera
ni trago
ni saliva
ni lágrima
Ni nunca nada
dará a luz esterilidad

*

Decir mucho, mucho
que las palabras se vacíen
Que llevemos, sin callar, la lengua al silencio
Desgastemos la palabra
el silencio en aquel día nos pedirá cuentas
Porque no me podrás nombrar
Y tu nombre flotará podrido


Entonces, ¿qué opinan?